Christian, un niño de 4 años, fue llevado al hospital para una reparación rutinaria de párpados caídos. El hospital, en una medida de reducción de costos, había contratado sus servicios de anestesia en quirófano a una corporación que empleaba principalmente enfermeras anestesistas en lugar de médicos capacitados para administrar anestesia. La enfermera designada para anestesiar a Christian no estaba certificada. Minutos después de que el niño fuera llevado adentro, su corazón se detuvo por una sobredosis de gas halotano, y estuvo sin oxígeno durante quince minutos. Fue trasladado a otro hospital donde tuvo que ser reentrenado para hablar y caminar de nuevo. En el momento del juicio ocho años después, Christian estaba aprendiendo a un nivel de primer grado. No podía atarse los zapatos ni montar en bicicleta. Los médicos del hospital alegaron que tuvo una reacción alérgica al gas o que era así antes del incidente. Últimamente, los acusados llegaron a un acuerdo al final de un juicio de cinco semanas antes de que el jurado deliberara.
